
Demonios y behemots
Los fragmentos de Alara pueden ofrecer una gran variedad de poderosas criaturas al arsenal de invocación de un planeswalker, pero ten cuidado: esas mismas bestias pueden representar importantes peligros para la vida del planeswalker.
Los behemots de Naya, a veces llamados ancianos o gargantúas, hacen tronar sus pasos entre las montañas y selvas. Adorados por muchos elfos y humanos como dioses, venerados en soledad e imparables en grupo, los behemots sobrepasan a las torpes bestias de otros mundos.
Una hueste de ángeles observa a los mortales de Bant. Al igual que la sociedad de Bant que se mueve bajo ellos, los ángeles viven en una jerarquía ordenada desde los Oficiantes en su base, hasta los atentos Mahra y los idealistas Amesha o el puñado de nobles Asura en la cima.
Sobre los brillantes mares de Esper vuelan las esfinges, geniales intelectos que gobiernan el plano con acertijos y adivinanzas. Pero es bajo los opacos océanos de Esper que vagan las criaturas más temibles. Los monstruosos leviatanes de Esper andan en las frías profundidades, no influenciados por la magia de control de las mareas de los vedalken e inmunes a los caprichos de los planeswalkers.
Entre las abominaciones y muertos vivientes de Grixis, los demonios dominan sobre todos disfrutando sádicamente. La cima del poder y las ventajas del maná negro, los demonios son tentadores objetivos de invocación. Pero, por supuesto, todo contacto con un demonio tiene una letra chica, y siempre a favor del demonio.
Y por último están los dragones de Jund. Representaciones de la ira de los volcanes y la voracidad de lo salvaje, los dragones tienden a destrozar y devorar a quien ose invocarlos. Pero cuando un mago demuestra estar a la altura de un dragón, nada en los fragmentos de Alara puede detenerlo.
Los fragmentos de Alara representan un ecosistema completamente poblado y listo para una dramática invocación de criaturas. Sólo pregúntale a los cuatro planeswalkers que hoy viven entre ellas.