La mísera moledura
Queridos lectores:
Os imploro que regreséis a la página anterior.
Por favor, haced clic en el botón de retroceso de vuestro navegador y volved a la sección principal de la web. Confío en que hallaréis relatos más alegres acerca de cartas nuevas, o textos sobre ambientación que os ayudarán a levantar el ánimo. DailyMTG está repleto de artículos maravillosos.
Si preferís seguir adentrándoos en esta historia adusta, siento que debo advertiros de las posibles repercusiones. El contenido de este ensayo podría hacer que dudéis de la viabilidad de vuestros mazos favoritos, que vuestros aspectos favoritos de Magic resulten aplastados como insectos bajo una gran bota y, por último, lo que algunos considerarían la consecuencia más traicionera de todas: que aprendáis.
Después de este aciago preámbulo, comprendería que algunos o incluso todos prefiráis volver atrás. No sigáis leyendo por obligación. Mi deber es compartir estas verdades, pero nadie tiene el deber de escucharlas.
Sin embargo, si sois lo bastante valientes como para continuar en esta austera academia, seguid leyendo, por favor.
En las bibliotecas de la locura
¿Cuán eficaz es la siguiente carta?
La Depuración del tomo muele cinco cartas. "Moler" es un término coloquial cuyo origen se remonta a la Rueda de molino. El significado de esta palabra es "poner las primeras cartas de la biblioteca de un jugador en su cementerio".
Un ejemplo de uso sería el siguiente: "En la final del Pro Tour Qualifier, Herbert lanzó la Depuración del tomo para moler mis últimas cinco cartas y frustrar mi sueño de disputar el Pro Tour".
Hay muchos jugadores dispuestos a incluir la Depuración del tomo en sus mazos y he de reconocer que no siempre es incorrecto hacerlo.
No obstante, la realidad es que no resulta apropiado la mayor parte de las veces.
Lo habitual es no jugar con la Depuración del tomo. El motivo es que moler al oponente no es una acción provechosa de por sí.
Seguro que algunos tenéis una expresión de sorpresa en el rostro. Puede que muchos de vosotros seáis entusiastas de esta mecánica; en ese caso, os recuerdo la advertencia de que tal vez dudéis de vuestros mazos después de leer este artículo. No os culparé si decidís abandonar la lección ahora que aún podéis.
Para los pocos que oséis continuar, permitid que argumente los motivos.
Moler a un oponente resulta atractivo porque permite "destruir" muchas de sus cartas de un solo golpe.
Al lanzar una Depuración del tomo y ver que un Mecatitán torrencial y un Incapacitar han caído al cementerio rival, se tiene la sensación de que el oponente ha perdido ambas cartas. Es como si hubieran quedado atrapadas en una habitación cerrada de la que no podrán salir. Como todos sabemos, ningún peligro se fuga jamás de una habitación cerrada.
Sin embargo, hay tres grandes motivos por los que moler al contrincante no es tan provechoso. Os explicaré cuáles son.
1. No influye en la situación en mesa
En Magic, todas las acciones que realicéis deberían tener alguna repercusión en el campo de batalla o en las manos de los jugadores.
Lanzar criaturas incrementa vuestras posibilidades ofensivas y ayuda a ganar la partida. Hacer que el oponente descarte cartas reduce sus opciones y también ayuda a ganar la partida. Estas jugadas merecen calificaciones positivas y esas populares caras sonrientes que la gente usa en sus mensajes de texto.
En cambio, moler al oponente no suele influir en la partida, por lo que es una acción menos positiva. De hecho, lanzar una Depuración del tomo significa hacer un cero por uno.
En Magic, las expresiones "número por número" se usan para indicar que habéis utilizado cierta cantidad de recursos para obtener un provecho equivalente a otra cantidad de recursos.
Por ejemplo, usar un Atisbo de genio es un dos por uno. Si tenéis la suerte de lanzar un Fumigar sobre una mesa con trece criaturas enemigas, eso sería un trece por uno. Ambos resultados son estupendos.
Por contra, un cero por uno significa que habéis gastado una carta sin haberos librado de ningún recurso real del oponente. Resulta obvio que eso no es un buen resultado.
Podría parecer que la Depuración del tomo neutraliza cinco cartas del rival, pero, al igual que ocurre en muchos otros ámbitos, las apariencias engañan.
Aunque esas cartas ya no se encuentren en la biblioteca del oponente, en realidad no habéis reducido sus recursos disponibles. No se han producido cambios en las herramientas que el adversario tiene en la mano o en el campo de batalla.
A menos que sepáis que la partida concluirá porque el oponente se quedará sin biblioteca, esas cartas molidas habrían podido estar en el fondo de su biblioteca y el resultado hubiera sido el mismo.
Si tuvierais una carta que solo pusiese las cinco primeras cartas de la biblioteca del oponente en el fondo de su biblioteca, seguramente no la jugaríais. Pues bien, eso es lo que se consigue a menudo con las cartas de moler.
2. No es posible controlar qué cartas se muelen
En ocasiones muy específicas, extirpar ciertas cartas de la biblioteca del oponente puede echar abajo toda su estrategia.
Utilizar un hechizo como el Legado extraviado para devorar las cartas cruciales del adversario cuales leones en un carnaval carnívoro puede resultar demoledor si se hace en el momento preciso (aun así, estas cartas se deben usar con cuidado).
La virtud de las cartas como el Legado extraviado es que permiten elegir qué cartas enviarán al cementerio. En muchos casos, el resultado seguirá siendo un cero por uno, pero deshacerse de todas las piezas de un combo ganador puede merecer la pena.
Si moler al oponente significase lo mismo, podría deciros con gusto que estas jugadas resultan viables en ocasiones; que lanzar Depuraciones del tomo para arrebatar toda posibilidad de victoria al oponente es una estrategia habitual entre los jugadores profesionales de todo el mundo.
Sin embargo, esa no es la realidad. Por tanto, mi triste deber como profesor es informaros de que moler al oponente carece de esas propiedades selectivas.
Cuando moléis a un rival, nada os garantiza qué cartas le quitaréis de la biblioteca. Es como oír a una serpiente deslizarse fuera de vuestra vista por una habitación de reptiles: no hay manera de saber si será una culebra inofensiva o una mortífera serpiente de cascabel que está a punto de morder a vuestra buena amiga Beatrice. Moler al oponente puede mandar al cementerio a sus cinco mecatitanes... o cinco de sus tierras. Es imposible saberlo en el momento de lanzar el hechizo.
Además, a diferencia del veneno de serpiente de cascabel, letal para los humanos si no se trata a tiempo, como demuestran los estudios y la experiencia, moler las mejores cartas del contrincante tal vez ni siquiera importe al final (como he detallado en el primer punto).
Esto significa que no solo carecéis de garantía de que moleréis recursos valiosos, sino que incluso los golpes de buena fortuna podrían ser irrelevantes.
Y lo que es todavía peor... Bueno, pasemos a la tercera cuestión.
3. El cementerio no es el fin
El caso más nefasto de todos se produce cuando moler al oponente termina por beneficiarle. Sí, habéis leído bien: vuestras maquinaciones siniestras para privar al rival de sus mejores cartas en realidad pueden servírselas en bandeja de plata, listas para sacar provecho de ellas.
En el Magic de hoy en día existen muchas formas de regresar cartas del cementerio o de obtener beneficios por tenerlas allí. Retomemos el ejemplo de hace muchos párrafos y fijémonos en las dos cartas que hemos molido:
En Construido, moler un mecatitán implica que el oponente dispone de otras copias. Por ello, enviar un Incapacitar al cementerio significa que un futuro Mecatitán torrencial tendrá acceso a él. En resumen, habéis hecho un favor al oponente.
Este ejemplo no es el peor caso que se podría dar. Imaginad que intentáis moler un mazo basado en la mecánica de delirio.
Moler al adversario puede apoyar directamente su plan de juego. Es muy peligroso incluso en Limitado, porque hay cartas comunes que permiten regresar cartas del cementerio a la mano.
Un faro en la oscuridad
A pesar de todo lo dicho, existe un atisbo de esperanza en medio de este turbio cenagal lleno de sanguijuelas. Aunque haya hecho numerosas advertencias, si las tenéis presentes al construir vuestro mazo y al jugar, hay tres motivos por los que moler al oponente puede ser un propósito adecuado. Armaos con todos los conocimientos que he compartido hasta ahora y seguidme.
1. Vuestro mazo se basa en moler al oponente
En un mazo especializado en moler al rival, estas jugadas son correctas, por supuesto. Afirmar lo contrario sería como no echar leche a los cereales del desayuno o no rociar las botas con repelente para tejones antes de ir a la montaña.
Existe una subcategoría dentro de esta estrategia, ya que hay cartas que se benefician de moler al contrincante, como el Tumulario del distrito seis o el Fantasma de Jace. Si vuestro mazo se centra en ellas, incluir algunas herramientas para potenciarlas puede ser razonable.
En caso de que vuestro plan sea alguno de estos dos, adelante con él. Sin embargo, tengo que hacer otra advertencia: históricamente, moler al oponente no ha sido una estrategia eficaz en el entorno competitivo.
Eso no quiere decir que nunca lo haya sido, que nunca lo será o que no deberíais utilizarla, pero tened cuidado y testead a fondo vuestra baraja si pretendéis llevarla a un gran torneo. Moler no repercute en el estado de la mesa, por lo que es muy difícil que vuestras cartas sean útiles si vuestra estrategia principal no funciona.
2. Queréis moleros a vosotros mismos
Esta idea suena aterradora, pero ¿recordáis lo que os he dicho sobre los peligros de moler al oponente? Pues bien, a veces os interesará moleros a vosotros mismos por una razón idéntica: enviar cartas a la gruta oscura de vuestro cementerio puede beneficiaros.
Si jugáis un mazo basado en mecánicas como delirio o dragar, moler vuestra propia biblioteca será una ventaja (el arquetipo Dredge gira en torno a la mecánica de dragar, que permite hacer jugadas demenciales si se tienen determinadas cartas en el cementerio).
En caso de que el cementerio sea un lugar acogedor para vosotros, no dudéis en dar la bienvenida a la tumba con los brazos abiertos. Pero no literalmente, por supuesto.
3. Moler es un efecto secundario
Algunas cartas producen un efecto y también permiten moler. Por ejemplo, fijaos en los Planes robados. Su propósito principal es proporcionaros dos cartas, pero cuenta con el efecto secundario de moler dos cartas.
No es agradable que te roben los planes. Mi vago recuerdo de esa experiencia es que suele moler algunos pensamientos.
Sea como fuere, si este tipo de cartas tienen un efecto principal que os interesa, no hay nada de malo en usarlas. Normalmente no daría valor al efecto de moledura, o incluso le daría un valor ligeramente negativo si creo que puede ayudar al oponente. Por tanto, el efecto principal tiene que ser bastante bueno de por sí.
Fin
Lamentablemente, habéis leído toda la información que contenía este artículo. Si estas palabras no os han vuelto dementes, espero que las empleéis para orientar vuestra propia andadura en Magic y que solo uséis cartas de moler cuando sea apropiado.
Si tenéis alguna duda, pregunta, objeción o historia de terror (o de otro tipo), siempre agradezco que me las enviéis. Podéis encontrarme en mis guaridas de Twitter y Tumblr o mandarme un correo electrónico (en inglés, por favor) a BeyondBasicsMagic@gmail.com.
Volveré la semana que viene con otro relato. Hasta entonces, espero de todo corazón que ahora leáis alguna historia agradable, que derroche alegría y que haga que el mundo parezca más brillante y maravilloso que los deprimentes contenidos de este nefasto artículo. Os deseo lo mejor en vuestra búsqueda.
Atentamente,