Los cinco fragmentos de Alara vuelven a ser uno, dando lugar a confusión y magias desconocidas. Todo sucede tal y como lo planeó Nicol Bolas. ¿Podrán detenerlo antes de que este plano quede destruido?
Los cinco fragmentos de Alara han sido mundos separados desde hace siglos. En cada uno fluían exclusivamente tres colores de maná. Sus mundos y culturas evolucionaron cada uno por su lado: Bant era un mundo luminoso y amante del orden; Esper, una oligarquía de magos y esfinges; Grixis, un mundo infernal infestado de muertos vivientes; Jund, una tierra primitiva gobernada por dragones; y Naya, un paraíso cubierto por espesos bosques.
Sin embargo, ahora los cinco mundos se han convertido en uno y los cinco colores de maná vuelven a fluir por este plano. Olas de puro poder se estrellan contra las antiguas fronteras de los planos, arrastrando consigo antiguas magias olvidadas que se filtran por todos los fragmentos y causan una perturbación sin precedentes.
Y mientras las fronteras entre fragmentos se difuminan, las culturas chocan entre sí desencadenando guerras.
Las fuerzas de Esper invaden los otros planos buscando carmot, el elemento necesario para reabastecer sus menguantes reservas de eterium. Las hordas de los muertos vivientes de Grixis organizan asaltos para mutilar, esclavizar y succionar la energía vital de los otros fragmentos. Los guerreros de Jund han decidido aplicar sus “cazas vitales” a un nuevo juego al que se entregan por los vastos territorios de caza de Alara. Las fuerzas de Naya siguen los decretos de los elfos y abandonan la selva, buscando una respuesta a las visiones proféticas del Ánima. Y los ejércitos de Bant se enfrentan contra los horrores que invaden sus fronteras, defendiendo el país en nombre de sus ángeles guardianes.
Desde cada uno de los frentes, las legiones de los fragmentos se enfrentan unas a otras con magias poderosas y despliegan todos los hechizos que conocen para obtener la victoria.
Nicol Bolas, el anciano Planeswalker dragón, lo había planeado todo. Llegó a Alara para alimentarse de su nutritivo maná y, gracias a un ritual monumental, comenzó a poner en práctica sus planes, restableciendo el poder perdido de este plano. Solo otro Planeswalker podría descubrir lo que pretende... pero incluso un Planeswalker se enfrentaría a una muerte casi segura si intentase detenerlo.
Alara vuelve a ser un solo plano.