Lorwyn es un mundo idílico en el que razas de fábula viven un verano eterno. Su reflejo oscuro, Páramo Sombrío , está sumido en la penumbra perpetua; sus ciudadanos, tras una amarga transformación, viven atrapados en una batalla desesperada por la supervivencia.
Lorwyn es el país donde nunca se pone el sol. Cubierto de densos bosques, ríos serpenteantes y praderas mansas y ondulantes, no conoce la noche ni el invierno. Es uno de los pocos planos donde no reside humano alguno: está habitado por kithkin de baja estatura, llameantes de temperamento ardiente, boggarts maliciosos, pueblo-arbóreos territoriales, tritones diplomáticos, gigantes iconoclastas y hadas traviesas. Todos ellos viven en armonía.
Y entre ellos también están los elfos, la raza más favorecida y temida de Lorwyn . Se consideran el parangón de la belleza en un mundo de naturaleza salvaje. Los signos de supremacía élfica están por todas partes, desde los palacios cubiertos de oro en los bosques hasta la crueldad que muestran hacia las razas que consideran “inferiores”. A pesar del dominio élfico, el pueblo de Lorwyn es próspero y respetuoso consigo mismo y con sus tradiciones.
El propio país, fértil y con años de historia, está atrapado en un ciclo perpetuo que cada tres siglos convierte el plano en Páramo Sombrío .
El reflejo distorsionado de Lorwyn , Páramo Sombrío , es el reino del ocaso y la penumbra perpetua. Aquí, las razas del plano, tras haber olvidado sus antiguas vidas, permanecen atrapadas en una lucha feroz por la supervivencia. Igual que el propio plano, sus habitantes se transforman en una versión oscura de sí mismos.
Los kithkin, tan sociables y dispuestos a ayudar, se vuelven abstraídos y xenófobos. Los amables y bienhablados tritones son asesinos y saboteadores. Los boggarts, antes traviesos y hedonistas, ahora son malvados y violentos. Los pueblo-arbóreos disfrutan matando, los gigantes iracundos arrancan enormes trozos de tierra...
Pero lo más dramático es la transformación de los llameantes y los elfos. Los llameantes, mentes preclaras que buscaban la trascendencia, son ahora esqueletos humeantes que solo buscan venganza. Por su parte, los vanidosos elfos se ven reducidos a la humildad en Páramo Sombrío y abocados a proteger lo poco que queda de belleza y de luz.
Solo hay una raza y un lugar que no cambia: las hadas y su hogar, el Valle Elendra. Las hadas son el centro de este plano en transformación, puesto que su reina, Oona, fue quien lo creó.